Los próximos días serán vitales. Una parte de la comunidad internacional estaba convencida de que el chavismo, por fin, sería capaz esta vez de aceptar una derrota y volverse oposición, y desde ahí reconstruirse como movimiento después del desgaste que ha sufrido estos años por la brutal crisis económica que ha tenido que gestionar y las continuas violaciones a los derechos humanos que les acusan de haber cometido. Ahora, pedir la fiscalización de las actas es una manera de insistir en esa idea de la necesidad de un proceso de cambio en un país que ahora mismo se gobierna de manera autoritaria. Por ahora, no parece que haya una voluntad expresa del chavismo en hacer el conteo de forma transparente. El resto del mundo empujará para que lo acepte.